(Artículo de Enrique Rojas, catedrático de Psiquiatría)
“[…] Estas personas tienen autoridad. Esta palabra procede del latín auctoritas y significa aquel que te hace crecer como persona. Que tira de ti hacia arriba, tratando de sacar lo mejor que llevas dentro. Es el arte de saber dirigir -sin querer hacerlo- y de hacerse obedecer. Es un referente. Un faro que ilumina y que sirve para aclarar el camino. Lo diré de una forma más categórica: la autoridad es la superioridad poseída por méritos propios y que es seguida por muchos. Supremacía, dominio, mando. Los clásicos distinguían dos ideas: auctoritas por un lado y potestas por otro. La primera es señoría, jefatura, imperio, prestigio, estimación, ser escuchado y observado para aprender, siendo capaz de proponer una doctrina de vida, que fascina y se hace sugerente. La segunda, se refiere al que manda y por eso tiene poder…, pero cuando deja de andar, de estar en el poder, una vez suspendido en sus funciones, desaparece su fuerza y en el lenguaje coloquial lo decimos de forma gráfica: a fulanito se lo ha tragado la tierra. Todos lo vemos con cierta frecuencia, personas que tienen poder pero que no tienen autoridad. El que solo tiene poder manda, pero no gobierna.
“[…] El líder es modelo de identidad. A la gente que sigue sus pasos le gustaría parecerse a él, hay algo que le empuja en esa dirección y le lleva a imitarlo de algún modo. El verdadero líder te ayuda a ser mejor. Te influye en positivo para sacar lo mejor de tu persona, para remover en el álbum de tu vida y extraer los mejores recuerdos. Es la fuerza de la credibilidad. Quiero terminar oteando tres figuras estelares de abajo hacia arriba: el profesor, el maestro y el testigo. El profesor enseña una disciplina, explica una materia y se queda ahí. El maestro enseña lecciones que no vienen en los libros, su magisterio se esconde tras sus palabras y sus gestos; al alumno avezado le gustaría parecerse a él, hay algo sumergido en su conducta que le atrae con magnetismo. El testigo es una lección abierta de vida, un ejemplo a seguir, un camino claro por donde uno puede andar. Nuestra sociedad necesita más testigos que maestros; vidas verdaderas, más que gentes que explican teorías. Uno es la que hace, no lo que dice».
ABC, 4 de abril de 2014