La electromagnética es una de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza y cada una de estas fuerzas está representada en la física por un intercambio de otras partículas denominadas mediadoras. Así, la fuerza electromagnética está mediada por fotones (los cuantos de la luz). La fuerza nuclear débil, responsable de algunas de las desintegraciones más importantes de los núcleos, está mediada por los tres bosones W+, W- y Z. La fuerza nuclear fuerte, la que mantiene a los quarks pegados entre sí dentro de los núcleos, está mediada por los gluones. Finalmente, la fuerza gravitatoria, que hace que todos los cuerpos masivos se atraigan, está mediada por una partícula hipotética denominada gravitón.
Por otro lado, la gravedad no se integra de manera natural con el resto de las interacciones, obedece a otra teoría (la relatividad general de Einstein) que parece tener poco que ver con la teoría de partículas. Por eso los físicos han inventado la teoría de la supersimetría, en la que a cada partícula le debería corresponder otra supersimétrica, y la teoría de cuerdas en la que cada partícula se representa por un estado de vibración. Se buscan hoy intensamente fenómenos experimentales que confirmen o refuten tales teorías.
La física de partículas nos lleva pues a un mundo fascinante en el que la materia ya no está constituida por pequeños corpúsculos. Según vamos descendiendo de escala, las partículas parecen desvanecerse en entidades ondulatorias o vibraciones en el seno de un vacío repleto de fenómenos muy sutiles. Pero no se trata de entelequias: partiendo de la ciencia básica, estos estudios de la materia han tenido un impacto enorme en la construcción del mundo moderno. Todos los métodos de obtención de energía, todos los desarrollos de nuevos materiales y de los compuestos químicos, tienen su raíz en el estudio de la materia y de las partículas elementales.
EL MUNDO. Miércoles 25 de enero de 2017