El identitarismo también ha causado estragos en la política. La actual crisis de la socialdemocracia es, en buena medida, la consecuencia de un proceso que el propio Judt describió con lúcida tristeza. La izquierda ha pasado de defender la igualdad a defender la identidad. El feminismo, el movimiento LGTB, el black power, el multiculturalismo, lo étnico, lo local, lo rural… El tradicional universalismo de la izquierda ha quedado sepultado bajo una montaña de reclamaciones identitarias. Y junto a él, la relación entre socialdemocracia y ciudadanía.
Tampoco en esto Spain is different. Si acaso, el peculiar desarrollo del siglo XX español -Guerra Civil, dictadura, relato de vencedor y vencidos- ha agravado la deriva identitaria de nuestra izquierda. Podemos, Izquierda Unida, una parte importante del PSOE: todos legitiman el delirio nacionalista. Todos invocan presuntos derechos históricos, singularidades y sentimientos frente a la igualdad y la libertad de los españoles. Todos comulgan en la condescendencia con Otegi y el apaciguamiento de Puigdemont.
EL MUNDO, Lunes 5 de septiembre de 2016