“A nadie le gusta dar malas noticias. Todos nos sentimos más cómodos contando cosas positivas que negativas. Cualquiera recuerda el día que le tuvo que contar a alguien una mala noticia y tal vez lo describa como: <Tuve que pasar un mal trago>.
“El problema de los médicos es que su vida profesional está llena de <malos tragos>. Y el problema aún mayor es que a base de malos tragos algunos se acostumbran y pierden la perspectiva de la importancia que tiene lo que hace y lo que dice.
“Podemos decir que está casi asentado en la llamada sabiduría popular que los médicos no comunican bien y que no se les entiende o son demasiados fríos contando los diagnósticos. Sin embargo, el trabajo que ha realizado Estudio de Comunicación en colaboración con ABC sobre <la Comunicación médico-paciente> demuestra que la situación no es tan dramática y que la sabiduría popular se aproxima en esta ocasión más al tópico que a la realidad.
“Los médicos han mejorado mucho en su manera de comunicarse con los pacientes. La formación probablemente ha tenido mucho que ver en eso, pues en muchas de las universidades se incluye como asignatura la comunicación con el paciente. Pero también ha tenido que ver la mayor exigencia y preparación de los enfermeros. El galeno tiene hoy como receptor de sus mensajes a un paciente más informado, más culto; un enfermo mucho más exigente que el que tenía el pasado y que quiere participan de alguna manera en la gestión de su propia salud”.
ABC, 27 de agosto de 2014