(Artículo de Arcadi Espada)
“Hace demasiado tiempo que no hablaba con José Jiménez Lozano, nuestro gran escritor de Castilla. La conversación había empezado por la política, pero rápidamente pasamos a los libros. En un momento dado tuvo la amabilidad de referirse al último que yo he publicado: <Voy a enviarle>, me dijo, <un documento que quizá le interese sobre un familiar de Sanz Briz>. Al cabo de unos días llegó en el correo. Era el ejemplar correspondiente al Boletín Oficial Eclesiástico de la Diócesis de Ávila del 29 de abril de 1939, recién acabada la Guerra Civil. Se titulaba Instrucción pastoral de los huidos a la zona marxista. Lo firmaba el obispo de Ávila, Santos Moro Briz, tío del diplomático. Y empezaba así: <Estos días están regresando a sus pueblos muchos de los que en el verano de 1936 huyeron a la zona roja. Con este motivo algunos sacerdotes han acudido al Prelado solicitando normas sobre la conducta que deben observar ante los problemas que plantea este regreso>.
“Los problemas estaban vivamente descritos en una nota a pie de página y los relataba un cura que permaneció al principio de la guerra por la parte republicana y que predicaba en la zona donde, precisamente, habían asesinado al hermano del obispo Santos. Decía el cura en la carta que había enviado al obispo y que este reproducía: <En toda aquella parte impera la barbarie y la venganza; sólo seis rojos han llegado hasta ahora al pueblo y han asesinado a cuatro (…). A los pobres desgraciados no se les permite la estancia en otros pueblos, ni el demorar su vuelta, no los admiten en las cárceles o campos de concentración, sino que les obligan a volver a los pueblos, donde por aquella parte les espera una muerte cruelísima a palos y golpes>.
“[…] <Arrostrad generosamente, venerables hermanos, con entereza y espíritu sobrenatural, las molestias y sacrificios que suponga el ir en contra de la corriente y el manteneros en vuestro puesto de Ministros de Jesucristo. No os importe la impopularidad. Quizá os echarán en cara, si no que sois rojos, que simpatizáis con ellos y que mimáis a los enemigos de España. No hagamos caso de los dicterios y de los vanos juicios del mundo>.
El Mundo, 15 de noviembre de 2014