“España se ha convertido en un gigante laboratorio para un experimento nunca intentado con anterioridad en las democracias modernas. ¿Puede un programa de austeridad y reformas estructurales a fondo sacar a una economía de una crisis de la deuda? ¿Es posible que un país logre realmente la llamada devaluación interna para recuperar su competitividad reduciendo salarios e incrementando la productividad en lugar de reducir su tipo de cambio externo? ¿Son las democracias europeas capaces de enfrentarse a los intereses creados y al estallido social resultante?
Hasta ahora, los creyentes -hallables ante todo en Berlín- eran tildados de maniáticos y sádicos. La opinión asentada era que la única vía de escape para países como España era una mutualización a gran escala de la deuda soberana de la eurozona o abandonar la moneda única.
Desde que fue elegido en diciembre de 2011, ha llevado a cabo reformas de gran alcance del sistema financiero español, la legislación laboral y el gasto social. Y en las últimas semanas han aparecido evidencias que cada día sugieren más que la política está funcionando. El Banco de España ha calculado hace poco que la economía española se contrajo justo el 0,1 por ciento en el segundo trimestre, bajando del 0,5 por ciento del anterior, lo que ha dado esperanzas de un inminente regreso al crecimiento, quizá tan pronto como en el actual trimestre. A la vez, el paro ha comenzado a descender, con 77.000 parados menos en los últimos cuatro meses. Los precios de la vivienda y las ventas de automóviles se han estabilizado. Las exportaciones aumentaron el ocho por ciento en 2012 igualando a Alemania. El déficit de la cuenta corriente, en su día del 10 por ciento del PIB mientras el país atraía dinero a bajos tipos de interés para financiar el boom inmobiliario, ahora registra superávit”.
ABC, 6 de agosto de 2013